- Jaycee Lee Dugard fue secuestrada con tan sólo 11 años cerca de su casa cuando iba a coger el autobús escolar. El jueves, la mujer ya de 29 años y con dos hijas de su raptor quedó en libertad
BARBARA MUNKER . DPA. SAN FRANCISCO. Sábado, 29 de agosto de 2009 - 01:56 h.
E L 10 de junio de 1991 la niñez de la californiana Jaycee Lee Dugard, de 11 años, llegó a su fin de forma abrupta. La niña rubia y pecosa fue víctima de un secuestro, y los siguientes 18 años tuvo que vivir en un cobertizo y tiendas de campaña, separada del resto del mundo por una alta valla. Dugard tuvo durante su cautiverio dos hijas, fruto de las violaciones a las que fue sometida.
Ninguno de los vecinos sabía lo que ocurría en el patio trasero de la casa. "Uno podía caminar por el jardín y no ver nada de lo que pasaba ahí detrás", dijo el sheriff Fred Kollar de la policía del distrito de El Dorado.
Cautiva en el jardín
El 10 de junio de 1991 Dugard salió de su casa para dirigirse a la parada del autobús escolar. Su padrastro Carl Probyn vio cómo fue introducida por una mujer y un hombre en un vehículo, que partió rápidamente, pero no pudo evitar el secuestro. Según Probyn, la niña gritaba y daba pisotones a sus captores, tratando de escapar.
Los secuestradores se llevaron a la niña de su casa en el lago Tahoe a 250 kilómetros de distancia hasta Antioch, cerca de San Francisco. Los torturadores, el matrimonio formado por Phillip Garrido, de 58 años, y su mujer Nancy, de 55, vivían en una pequeña casa con ventanas enrejadas.
Por detrás, cubierta con altos arbustos, árboles y plásticos en una zona del jardín separada del resto, se encontraba cautiva la niña. Primero sola, y luego con sus hijas de ahora 11 y 15 años.
La policía cree que Dugard fue violada durante años por Garrido, ya que tuvo a su primera hija con 14 años. La policía no informó si el padre también había abusado de sus propias hijas, pero no dejó dudas acerca de los sufrimientos que enfrentaron.
"Vivían en esa zona de la casa en aislamiento total", dijo Kollar el jueves. La pequeña cabaña con aislamiento acústico podía ser cerrada desde afuera. Había además dos tiendas de campaña, un baño primitivo y una ducha, "como en un camping", describió el policía.
Ninguna de las niñas asistió jamás a la escuela o vio a un médico. A primera vista, sin embargo, el maltrato no es visible en las víctimas. Tanto la madre como las menores están "relativamente en buen estado de salud", según Kollar. Pero pasar 18 años en un jardín seguramente "pasará factura".
Los vecinos se mantenían a distancia del "extraño" hombre y la mayoría sabía que había cumplido condena por delitos sexuales.
La vecina Haydee Perry declaró al San Francisco Chronicle que hace poco vio a una de las dos niñas, "con una mirada vacía" y demasiado pegada, "de forma rara", al hombre. Nunca vio a la madre, afirma, sólo a las pequeñas, que llamaban "papá" al hombre.
Durante un registro de rutina el verano pasado, el secuestrador tuvo suerte y su delito no fue descubierto. "No había ningún indicio de que allí vivieran niños", dijo la agente Diane Aguinaga al periódico, tras realizar la visita. "Sólo él, su mujer y la madre de éste".
La policía miró en el patio trasero, pero sólo vieron una terraza y una valla, no lo que había detrás.
Una ex vecina dijo haberle tenido "terror" a Garrido. Erika Pratt, de 25 años, relató al Chronicle que una vez miró por encima de la cerca y vio allí a las niñas y las tiendas de campaña. Alertó a la policía, pero ésta le dijo que no tenía ninguna orden de búsqueda y que por tanto no podía hacer nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario