Pareciera que ya nada nos asombra. Todos los días aparece en la prensa la muerte de un niño o adolescente. Sin embargo solo aparece el dolor de las madres que pierden a sus hijos producto de la miseria, el hambre, la indiferencia, el secuestro. El asesinato vil de niños, niñas y adolescentes permanecerá como una herida que sangrará siempre y lo que es mas grave es un crimen que posiblemente quedará impune, como sucede en Venezuela en más del 90% de los casos.
En los primeros días del año han sido asesinados dos bebés y varios adolescentes en diferentes sucesos reseñados por la prensa local.
Los agresores lamentablemente también son adolescentes o jóvenes. Es escalofriante saber que 332 menores de 14 años fueron asesinados entre enero 2008 y mayo 2009.
Atrocidades éstas, que quedan sin resolverse ante la mirada indiferente de un gobierno que no tiene la capacidad de ponerle fin a estas muertes.
Bebés, niños, niñas, adolescentes y jóvenes, víctimas y victimarios, todo el futuro de la patria, atrapados en una red de violencia.
Ellos, murieron cuando tenían que haber vivido con dignidad, en un país que se ocupase de haberles dado no solo la protección, sino la seguridad de educarlos para hacer de esta, su patria un lugar de progreso, libertad y paz.
¿Dónde están esos programas gubernamentales que efectivamente encaucen a nuestros niños y jóvenes a ser verdaderos revolucionarios de la cultura de la vida, de la paz, del progreso y no de la cultura de la muerte que los lleven a matar, a delinquir, a tomar las armas para defender una patria que los asesina cobardemente y los priva de la posibilidad de vivir. Si embargo hasta ahora no hemos visto a ninguno de los numerosos funcionarios defensores de los niños, niñas y adolescentes, manifestar sus palabras de compasión ante estos oprobiosos acontecimientos.
Sólo el ominoso silencio que rodea la matanza de bebés, niños y niñas
Psic. Deanna Albano
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